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Viviana Restrepo

-1985-

Nació en Medellín en 1985. Licenciada en filosofía (2018). Actualmente, cursa la maestría en Lectura y escritura en la universidad EAFIT, es editora de español en South Pole Colombia y del sello editorial Otrabalsa. Ha trabajado en el sector cultural de Medellín como tallerista de literatura y escritura creativa, en bibliotecas públicas e instituciones educativas de la ciudad. Invitada al XVI y XXI Festival Internacional de Poesía de Medellín y al XV Encuentro Internacional de Mujeres Poetas, Cereté. En 2016 ganó el premio “Los sueños de Luciano Pulgar”, categoría Poesía (Alcandía de Bello). En 2021 ganó una beca de creación con la Secretaría de cultura de la Alcaldía de Medellín, de la que nació el proyecto editorial Otrabalsa. Libros: Lo que dura un eclipse (El propio bolsillo, 2011), y Camino de inicio (Otrabalsa, 2021).

Esta es una muestra de sus poemas:

Punto Cardinal [Primera Parte]

1

                                Para Elkin Obregón

Cuando quise volver 
ya no tenía palabras ni imágenes.
Quería regresar, acercarme siquiera a una orilla… pero había abandonado los años de lucidez y seducción. 
No buscaba una corona, tan solo una mirada compasiva.
No caminé más las calles de esta ciudad, ni me embriagué en la noche. 
Una parte de mí quería habitarse de nuevo y la otra, solo podía hacerse invisible.
Por esos días era joven y quería agarrar la vida entera –cuando se es tan joven uno cree que puede hacerlo–.
Poco imaginaba que mi idea de regreso era en realidad la partida que marcaría la ruta del sueño y su tesoro. Y que serías tú, Caro mío, el puerto más seguro, en años: la casa, el alimento presente y una larga noche en paz.


2

Para Felipe Restrepo David

Creíste que estuviste solo, que habían abandonado
tu pequeña alma.
No estuviste solo. No.
Ni cuando tu padre se fue tras el jaguar.
Ni cuando tu madre se instaló en la noche.
El río fue tu compañía y la sombra del Abibe te protegió
de tus miedos.
Saturno te cubrió con un manto, te preparó para el camino
y te enseñó a transitar entre los mundos posibles.
Tu destino era ofrendar piedras a Hermes. Pero, tú no lo
sabías, no podías descifrarlo en ese momento.
En el centro de tu estrella está todo lo que ha salido
de tus manos.

3

Habría que dejar que el sueño hablara,
que develara su propósito
y tocara cada uno de los sentidos del cuerpo.
Ojalá que el sueño fuera voluntario y benévolo
y por fin me permitiera saltar a ese otro lugar, tantear un horizonte propio
y no despertar justo cuando voy a ser una reina.

En el sueño he escrito en un cuaderno azul, con una letra delicada.
Había verdad en ese sueño.
Verdad y humanidad.

4

¿Cuándo me uniré a ti 
desnuda de la vergüenza del cuerpo 
y la modestia del corazón?
Mahadeviyakka

Niña de ojos rasgados, 
eras la más pequeña de tus hermanos. 

Te dejaron sola y sin un bocado de pan. 
Acaso con único vestido y un pedazo de papel para escribir las primeras palabras. 

Tuviste esperanza en el amor, pero no fue suficiente para curarte. 
No fue así, y no lo sería por los años que prolongaste la terquedad y el silencio. 

Nadie te pudo salvar de lo que debías vivir. 
Sin advertirlo, ofrendaste tu corazón de mujer-niña a tu señor blanco. 

Y fuiste una con tu señor, niña de ojos rasgados, una con el jazmín y la levedad. 

5

Repitió la misma palabra por años,
era lo único que lo devolvía a un ayer lleno de las ilusiones
que se habían gestado en el año del dragón.
La repetición prolongaba lo que no iba a tener –al menos no en esta vida–,
la promesa de una tierra nueva y una historia hecha con sus manos.

No fue así. Ni tierra ni historia.

Entonces se vio obligado a vivir en su presente, aunque su cuerpo aún temblara por la nieve de las tierras altas y la furia de un mar helado.
Estaba aquí
pero quería lo otro.

Con una brújula en la mano [Segunda parte]

1
No sé qué éramos entonces
si la palabra en el poema
o el viento que acariciaba el lecho

No sé si éramos dos rostros con la misma voz
o la calle de la embriaguez

Ya no sé, hermano mío si eras tú
o era yo quien rogaba al dios
que limpiara nuestro camino
que cortara el puente del pasado
y dibujara un camino nuevo, no una promesa

Ya no sabré si tu presencia
era el sol de la tarde
o la quietud

3
En la pequeña casa de campo
aguardé el silencio

Dibujé círculos en el aire y en la tierra
porque la guerra no iba a durar mucho tiempo

Así fuera un día o la eternidad en el corazón

Entonces oculté los nombres
y no hubo verdad, ni alegría bajo los pies
Solo una luz cenicienta

y las palabras
que una a una
fueron la soledad de la casa
y el viaje

De: Camino de inicio (Otrabalsa, 2021)

Cuando soy todos los nombres [Tercera parte]

1

Enseño a callar
en todos los idiomas
Wislawa Szymborska

Su nombre reunía todo lo que podía anhelar:
tierra y aire.
Con cada respiración, las palabras buscaban acomodo en el cuerpo.
No podía explicarlo, pero así era: adentro había movimiento y levedad.

Decía que sentía a dios moverse por su sangre.
Y escribió: “esta sutil cadencia es mi prana y elijo la vida, ¡esta vida!”

2

Quiero ganarme con mi escritura el pan y la sal.
Sylvia Plath

Como si otros ojos estuvieran vigilándome
desaparezco mi rostro, oculto lo que soy, maquillo la cicatriz.

Pero nadie mira
nadie sabe de mí
nadie pregunta por la huella.

Como si esos ojos estuvieran mirándome
yo hago mi sacrificio.

Y espero abierta
Las figuras que también son la noche.

9

Porque no se puede escribir sin la fuerza del cuerpo.
Marguerite Duras

Ahí estaba yo, en una casa de paredes blancas. No estaba sola.
Tenía a mi lado cierta extrañeza y un único sueño: Escribir.
Procuré –mientras se me concedió– que mi escritura fuera cercana.
que mi decir fuera uno con el cuerpo,
que la experiencia del mundo que había creado se hiciera carne y palabra.

Tan pronto esa experiencia fue tomando su curso
vi que la mano que escribe no era una mera cosa,
que es inútil lo que sale de ella si no hay un deseo.
Y vi que mis manos no eran solo eso: eran mi cuerpo entero.

De: Camino de inicio (Otrabalsa, 2021)