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Karla Jazmín Arango

-1986-

Nació en Medellín, Colombia en 1986. Poeta y editora, amante de la literatura y la cultura. Publicó primera antología poética El destino de los pájaros, en 2022, Colección Obra Abierta de Seshat Editorial. Sus poemas han sido publicados en diferentes antologías, como La jaula se ha vuelto pájaro (2019), Mujeres en la memoria de Antioquia (2019) y El vuelo más alto (2020), y también en revistas y medios nacionales e internacionales como Puesto de Combate, Revista de Sur a Sur y Revista Innombrable. Ha participado en diversos eventos poéticos como el 30º Festival Internacional de Poesía de Medellín, en el recital “Quiero decir muchísimo” de la Academia Peruana de la Lengua, y en el año 2022 representó a Colombia en el IFLAC World Peace Festival, en Buenos Aires, Argentina. 

Esta es una muestra de sus poemas:

Lo innombrable

Los teóricos dicen
que creamos la realidad
al nombrarla.

Pienso en todas aquellas cosas
que dejaron de existir
porque mi abuelo
nunca conoció el diccionario.

Cuántas emociones
se quedaron fuera del universo
porque Dora nunca pudo
poner en palabras
el nudo que le crecía en la garganta.

Pienso en el bigbang
como el balbuceo de un infante
que trata de aferrarse al mundo con sonidos.

Benditos los locos,
los inocentes, los poetas
que pueden acariciar lo innombrable.

Intuiciones

Escribimos oscuridades
con la ventana abierta
y dibujamos soles encendidos
en la sombra de los objetos.

¿Qué será aquello que nos impulsa
a combinar naturalezas?

Acaso ¿nuestra intuición reconoce
el color de la raíz
en la voz del rayo?

Maga

Desnuda eres caleidoscópica
epifanía translúcida.

Lloras
y de tu reguero
nacen instantes de acuarela.
Aprendiste el arte de las simples cosas
y en el camino has dejado derramada tu piel
en todas las veredas.

Sales del bosque
con tus pasos de jazmín anonadado,
esquirla transparente clavada en la carne del destino,
herida repleta de azucenas y jacintos
sonrisa que fricciona las cerillas
equilibrio en la balanza de lo absurdo.

Envuélveme con tu lógica de latidos,
susurra en mi oído la voz de las libélulas,
clava tus dientes en mi nuca,
cúbreme con el humo del instinto,
oblígame a mirar mi reflejo sobre la sangre derramada.

No me des tregua,
arráncame del vacío del escepticismo,
devuélveme mi corazón de niño.