Andrés Uribe Botero
Nació en Medellín en 1982. Poeta, performer, tallerista, gestor cultural y tarólogo. Director del Encuentro Internacional Nadaísta desde Santa Elena y consejero de Cultura de Medellín, para el corregimiento de Santa Elena. Miembro de WPM y de la Red de Poetas con el Pacto Histórico. Ha publicado los libros de poesía: Renaciendo en la necrópolis, Los tubos cristalinos de la noche, Abraxas y el párpado de la noche. Publico igualmente El Caso Tangai (cuento) y El espejo es otro (prosa poética). Su obra, parcialmente traducida al inglés y al búlgaro, ha sido publicada en revistas y antologías de América latina, España y Bulgaria.
Esta es una muestra de sus poemas:
Poética
El acto mismo de la escritura,
más allá de toda estética, gramática y moral,
es la tabla de salvación de los santos y de los malditos,
la bola de cristal de los visionarios,
el puñal de los mercenarios,
la espada de los guerreros
y la sentencia de los tiranos.
El lenguaje va más allá de la palabra escrita.
No todo escritor es poeta y no todo poeta escribe.
La poesía es actitud y la vida misma es el poema.
Soy el resultado de cada instante vivido,
y a la hora de escribir ni siquiera pienso,
incluso soy el lector de mí mismo.
Al conectarme para escribir
me desconecto al mismo tiempo.
No tengo la capacidad de crear personajes, lugares, ni situaciones.
Los personajes de mis obras simplemente aparecen ante mí,
son tal vez mis propios fantasmas, fantasías y anhelos íntimos.
Los escenarios aparecen de igual manera,
unos son cabezas, otros espejos
y otros son simples proyecciones.
Monólogo frente al espejo
“Yo es otro”
Arthur Rimbaud.
¿Quién eres? ¡No me digas! Siempre pensé que yo era yo y no tú, aunque la lógica me
decía que tú eras yo… Es cierto, yo tampoco he creído en la lógica…A eso me refiero,
querido, a la lógica propuesta por nuestra perpetua señora de la razón…
¿Sabes? Por mucho tiempo pensé que sin ti no podía vivir. Hacías mi vida un poco más
soportable. Fue con el tiempo que te convertiste en mi enemigo ya que me mostraste
cómo la vida se marchita, aun cuando en los años lozanos estemos dispuestos a creer
que el cuerpo tiene vida eterna. Tienes razón, todo es ilusorio, hasta la muerte
misma…
Imagínate que un día me la encontré sentada en un cafetín. Se tomaba un café negro
mientras rezaba un “Padre nuestro”. No te imaginas cómo sufre la desgraciada, qué
destino tan duro le ha tocado, sin embargo, tiene una apariencia vital. Y ¿sabes por
qué? Porque se alimenta de los años vividos de todos los mortales, lo que quiere decir
que ella vive a la inversa, cada año menos de un hombre, cada minuto e incluso cada
segundo, es su alimento… ¡Cómo sufrirá la pobre! No se conocerá a sí misma mientras
los hombres vivan.
¿Sabes? Cada día está más obesa. En el último desastre natural aumentó siete millones
de kilos y es que no es fácil ingerir los años de ciento cincuenta mil personas al mismo
tiempo… Fue muy duro para ella, incluso se indigestó; eso fue lo que me dijo… ¡En
serio! Estaba muy agobiada, desde Hiroshima no vomitaba tanto, quién lo creería,
querido, la vida en exceso mata. Pero volvamos a lo nuestro, ya le hemos dedicado
demasiado tiempo a un ser que tarde que temprano tendrá el nuestro… ¿Qué te
decía? Ah, sí, que eras mi enemigo, que me mostrabas mi propia decadencia, mi
descenso… Por eso te saqué de casa, pero fue en vano, desde entonces te veo en cada
rostro que contemplo, por momentos pienso que estás más vivo que yo. Bueno, eso
me dice la razón, porque a ciencia cierta tú y yo sabemos que no existes. Pero ¿sabes
qué me preocupa? Que ya no sé si yo existo, y cada vez que digo yo, no sé a quién me
estoy refiriendo, pues cada día se levanta otro. ¿Recuerdas el día que maté a aquel
hombre y que llorando te saqué del armario y te insulté durante dos horas? ¿Sabes por
qué lo hice? Porque el que lo mató fue otro. Por eso me declaré inocente en el
estrado: ¿recuerdas mi defensa? Fue impecable, elocuente y cierta.
Siempre he sido inocente, querido ¿y sabes por qué? Porque objetivamente nunca he
sido uno, he sido tantos como hombres he percibido…En fin, daría mi vida porque no
me siguieras atormentando. Aparentemente un revólver lo solucionaría todo, pero sé
que es inútil ser alimento de la Parca, ya que tarde o temprano se indigestará de
nuevo y vomitará y yo volveré a este mundo. Claro está, siendo otro, pero con la
ilusión de ser el mismo y de que esta sea mi primera vida, y entonces volverán a
aparecer los que no soy, pero que sin embargo he sido…
No sé qué más decirte, y más cuando sé que no existes y que siempre has existido…
Adiós, espero no volver a verte, aunque sé que es imposible…
Expreso dos mil siempre
“La suprema tarea de la cultura, consiste en apoderarse del yo trascendental.”
Novalis
Cuando decido bajarme del tren a tomar un respiro, me doy cuenta de que he perdido
la memoria. Alguien me informa que el aire acondicionado está en el segundo piso.
Es un tren expreso muy cómodo y sus pasajeros están bien atendidos mientras llegan a
ninguna parte… En las pantallas se pueden ver todo tipo de imágenes y programas
supuestamente educativos sólo para “mentes avanzadas” que, naturalmente, son las
de quienes allí viajamos. Contamos, además, con un sistema alimenticio único,
conectado a la piel con diversidad de fluidos que se acompaña también de exquisitas
imágenes mentales con las que nuestro inconsciente se deleita y satisface plenamente.
En este tren nos levantamos cumplidamente al desarrollo de nuestras actividades…
Diariamente tenemos ocho horas de descanso, las cuales en gran parte empleamos
recreándonos con ilusiones mentales. Entre tanto nuestras mujeres recorren
kilómetros en sus maravillosas bicicletas estáticas o hacen uso de las más sofisticadas
cámaras bronceadoras. Nuestros hijos, de gran importancia para los funcionarios del
tren y para nosotros, no ponen ningún problema en el proceso de su desarrollo, pues
cuentan con la más moderna tecnología digital, y sus juguetes son de tal realismo que
no necesitan salir a parte alguna.
En cuanto a nosotros, nos capacitamos diariamente en el desarrollo de la
ciencia, el arte y el diseño cibernéticos cuyos programas se orientan a mantener
soportable la vida en este tren que no para en ninguna estación.
*
No solo los brujos ven
Lo que la pitonisa calla
No solo la lágrima
se convierte en agua
La nieve se evapora
el fuego también se moja
El aire se hace piedra
en la garganta
de quien no escucha
La tierra se hace infértil
con la semilla seca
Los sueños mueren
con la promesa vana
La palabra muda
se convierte en grito