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Shirani Rajapakse

Es una poeta y escritora de cuentos de Sri Lanka publicada internacionalmente. Es autora de seis libros, incluido el Canto de un millón de mujeres, ganador del premio Kindle Book Awards 2018, EE. UU., así como de Dioses, armas nucleares y un montón de tonterías y Existo. Por lo tanto, soy, ganadores de los Premios Literarios Estatales 2022 y 2019, en Sri Lanka. Este último también fue preseleccionado para los premios Rubery Book Awards 2019, en el Reino Unido. Su obra ha aprecido en International Times, Silver Birch, Poetry Lab Shanghai, Dove Tales, Buddhist Poetry, Litro, Berfrois, Flash Fiction International, Voices Israel, Mascara, Cultural Weekly, entre otras publicaciones.

Esta es una muestra de sus poemas:

Siesta de lunes en la tarde

La perra ladra, apremiante, en mi oído.
“Levántate, despierta, no es tiempo para relajarte.
Las siestas de la tarde no son para gente como tú.
Se requieren poetas para ilustrar la historia.
Despierta y escribe”.
Con su pata acaricia mis brazos obstinadamente.

¿Pero qué puedo hacer?

Los escribas son inútiles en tiempos como estos.
Los poetas sueñan e intentan escribir.
Pero no puedo ir a tu funeral.
Es a varias millas de distancia.
Hay demasiados para asistir.
Decenas de vidas perdidas en vano, pudriéndose al sol,
descansando en desagües, con moscas bebiendo
jugos de ojos y narices.
Cabezas cortadas y dejadas en otro lugar, mientras
cuerpos tratan de recordar dónde.
Las prisiones son palacios para los pocos afortunados, mientras 
otros son llevados a lugares secretos
donde se hacen cosas extrañas para hacerlos hablar.
Los rituales del conflicto.
Pero, ¿cuánto discurso se requiere?
¿Cuántas palabras habladas antes
de que la muerte sea enviada desde esta vida de dolor?
¿Cuánto? ¿cuántas?
Ojalá lo supiera, pero hay sitios
que incluso los poetas temen explorar.
Ellos arrojan a los muertos y recogen a los vivos.
El ritual comienza de nuevo.

Traducción de Arturo Fuentes

Canción de amor a un desconocido

Odio es una palabra hermosa.
Proviene de los labios de un desconocido.
Se vierte ráfaga tras ráfaga
de locura que se mezcla y vuela
en el polvo sobre el aire.

Odio es un susurro silencioso.
Pasas el mensaje a otro
y sin darte cuenta
las cosas han cambiado.
Ya no eres la persona
que pensabas ser.

Odio es un estruendo.
Brota de tu pecho como una canción.
Halas las cuerdas y drenas
la sangre viva de centenares de personas.
O quizá, de sólo unas cuantas.
Realmente no te importa, mientras
puedas deshacerte al menos de una.

Odio es un olor a quemado.
Carne, hierro, metal, tela
que tu sonrisa ayudó a encender
tu gesto a poner en acción,
y tus intenciones
a develar.

Odio es el sonido del lamento
de la gente abandonada entre la multitud
sin saber qué hacer.
Sin saber adónde ir.

Odio es tu derecho fundamental,
tu derecho natural.
Otorgado a ti en forma de arma para destruir
a otro, a quien no conoces,
sino a través de tu mentor.
Crees en sus palabras,
porque no tienes
a nadie más en quien creer y sales
a hacer su voluntad con odio
cantando en tu corazón.
Como la canción de amor
sobre tus labios de muchacha,
que pronto limpiarás
con tu tonada.

Traducción de Arturo Fuentes

En las selvas de un lugar lejano 

Él estaba presente, cuando despuntó por el cielo
un sol naranja, cegándolo en su calor blanco.
Las lágrimas se habían secado en sus ojos hacía tiempo.
No había lugar para el duelo.
Ya no.

Él estaba presente, cuando una luna amarilla se deslizaba
en silencio por el cielo sin estrellas,
detrás de trozos de nubes corriéndose 
como cortinas sobre sus ojos, escondiendo
la dureza del día, enfriando la tierra pero 
no lo suficiente para remendar las grietas
y coser las fronteras.

Átame, cóseme,
gritó la tierra, pero nadie escuchó
en aquel lugar desolado.

Traducción de Arturo Fuentes