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Nelson Simón

-1965-

Nació en Pinar del Río, Cuba, en 1965. Es poeta, escritor para niños y editor. Su obra ha merecido Premios como el Julián del Casal (Premio UNEAC de Poesía) en el 2000 y 2014, Premio Oriente de literatura infantil 2002, La Edad de Oro 2002 de poesía y 2007 de cuento. Así como la primera mención de poesía del premio Casa de las Américas 2008.

Ha obtenido en siete ocasiones el Premio Nacional de la Crítica Literaria: en 2001 por el poemario A la sombra de los muchachos en flor, editorial UNION; en 2004 por el volumen de cuentos para niños Brujas, Hechizos y otros disparates, Editorial Oriente; en 2008 por Cuentos del buen y mal amor, editorial Gente Nueva; en 2010 por el libro de cuentos para niños As de corazones, editorial Cauce; en 2012 por el poemario para niños Finas hebras, editorial Cauce. Obtuvo en 2024 el Premio de Poesía de la Revista Gaceta de Cuba, que hace posible su participación en el 34 Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Tiene publicado los libros de poesía: Ciudad de nadie, edit. Loynaz 1992, 2008; El peso de la isla, edit. Loynaz 1994, 2002; Criatura de isla, edic. Bahía, España, 1996; Con la misma levedad de un náufrago, editorial Letras Cubanas, 1996; Para no ser reconocido, edit. Cauce, 2002; A la sombra de los muchachos en flor, editorial UNION, 2001, 2002.; De la mala memoria y el verano, editorial Letras Cubanas, 2008; Los Arlequines Mudos, editorial Mantis, México 2012; Las viles Maniobras, editorial Ancora, 2016; El humano ejercicio de las conversaciones, editorial UNIÓN, 2015.

Y los libros para niños: En el cofre de un pirata, edit Loynaz, 1996. Premio Loynaz y premio La Rosa Blanca de Texto; Brujas, hechizos y otros disparates, Edit Bethania, Madrid, 2001 y edit Oriente, 2003. Premio Oriente, premio La Rosa Blanca y Premio de la Crítica 2004; Maíz desgranado, Edit Gente Nueva, Premio Edad de Oro y Premio La Rosa Blanca al mejor libro integral; Manuscritos de Pink Mountain, edit Cauce. Premio Loynaz, premio La Rosa Blanca de texto; Sueño en una noche de verano, edit UNION; Historia de una media Naranja, edit Cauce; Preguntas de Rocío, edit. Gente Nueva. Premio La Rosa Blanca al mejor libro integral; Cuentos del buen y mal amor, edit. Gente Nueva 2008. Segunda edición 2010. Premio La Edad de Oro, Premio La Rosa Blanca y Premio de la Crítica; Marilola, la vaca que canta, edit. Gente Nueva, 2009; Cajita para dos, ediciones La luz, 2010; Valentina y Valentín, editorial Cauce, 2010; As de corazones, edit. Cauce, 2010. Premio Alcorta de Literatura infantil. (UNEAC P del Río); Aquellos que de amor sembraron lirios, editorial Legua, España 2011; Secretos de Brujas, álbum ilustrado, editorial Legua, España 2011; Marirola, una vaca de ópera, ediciones Edelvives, España 2012; Finas hebras, editorial Cauce, 2012; La increíble historia de los increíbles pies de la señora flora, edit. Loynaz 2014; Voy a perder la cabeza por tu amor, edit. Loynaz 2015; Por un hilito de cuentos, edit. Loynaz 2016; Rojo pasión, edit. Cauce 2016; Amor apretado en un puño, edit. Gente Nueva 2016; El mundo de las cosas que no se ven, edit. Loynaz 2017; La isla marinera, edit. Cauce 2017; Cuatro amigos, Legua Editorial, Valencia, España; Cuatro amigos, editorial Cauce; Canciones de ida y vuelta, Ediciones Matanzas.

Textos suyos han aparecido en varias antologías de literatura cubana e hispanoamericana. Ha sido traducido al inglés, francés e italiano.

 

Esta es una muestra de sus poemas:

(otras caídas)

Una manera de caer y otra.
Caída libre, una manera de decir:
Pasan años. Pájaros negros que vi volar desde la infancia.
Qué no cuervos. Qué no los mirlos locos que vi
dibujando círculos, soledades,
en las tardes de un pequeño pueblo de Castilla
mientras me preparaba para saciar los deseos de un hombre.

Pájaros políticos. Agoreros pájaros que vieron
antes que yo esta caída siempre más al fondo.
Qué miraron dentro de mi boca.
Su pico curvo debió decirme algo que no pude traducir.
El gesto al fondo. En mi garganta.
La pobreza de un país, reciclándose.
Días que no supe avizorar.
Otras maneras de morir. De caer
de uno hasta uno mismo.
Ser plomada. Devastación. Cañaveral que vi arder en sueños.
Ser lo que recojo a manos llenas.

Pájaros negros que heredé.
Una caída y otra por decir:
no hay peor abismo que el que ayudamos a cavar.

(fracturs)

Un día leía a Paúl Celan y pensaba en el trigo.
Alguna vez me deslicé por los campos de Castilla
y vi el oro intacto, sin doblarse siquiera
bajo un cielo sin aire difícil de imaginar desde aquí.

A lo lejos montañas y mi pensamiento.

Comprobé que puedo estar en dos lugares a la vez.
Allá un sol metálico y aquí un sol líquido
que se pega al cuerpo.

Pude tocar el trigo cuando tocaba el torso de los segadores
así sacié el deseo nacido en un campo de arroz.

Entre espigas más humildes tuve conciencia de mi sexo.
En una y otra imagen unos pájaros negros destrozaban la paz.

Ambos paisajes se fugaban.
El mundo se había reducido a una habitación.
Mi mente se negaba a dejar escapar aquel dorado reflejo
en el que sin saberlo fui feliz.
Las espigas viriles. Mi costilla.

Leía Paúl Celan como si fuera por primera vez
un día y otro día.

(muelles)

En el puerto unos negritos gesticulaban.
Se movían con soltura.
Hablaban de economía. De sociedad. De sobrevivencia.
Pero sus cuerpos danzaban en el calor,
en la brea, en la sal que carcomía hasta el hierro de las grúas.

Discutían los rumbos del país.
Con soltura. A ritmo de guaguancó.
"La timba está dura", se decían de asere a asere.
Podía traducirlo. Podía leer el erotismo de su danza ñaniga.
Sudaban mares. De la frente los recogían con un pañuelo
y de ahí al bolsillo junto a las horas muertas.

Eran más de las doce y no asomaba un barco
ni una virgen ni un cardumen mientras parloteaban
y al fondo de la Bahía, las chimeneas

echaban por su boca flores.

(desprendimientos)

Salíamos de la ciudad.
Caminábamos por el borde de la yerba
con los autos, y el viento en contra:
Fluíamos como el salmón.

Para entonces, el invierno había desnudado
al roble blanco y al rosado.
También a mis palabras.

En el trópico las flores de los robles imitan a la nieve,
y la nieve a la muerte, te dije más de una vez
y luego quedé mudo contemplando su caída.

Caminábamos hacia la noche.
Hacia la inevitable y densa noche insular
que avanzaba por la carretera.

No recuerdo una forma mejor de renunciar a todo
lo que un día creí importante.

( manigua )

A un lado y otro, crece el cactus espinoso,
gobierna el marabú.

Hemos iniciado el viaje a la pobreza extrema,
al sitio donde sobrevive una pequeña flor.

Como un cuchillo le entramos de frente al monte.
Como una espina llegamos al corazón del país.

El hueco de los cascos marca el rumbo.
La rudeza indica que por aquí pasó la manada,
la noble res y el caballo con sed.

El sol pega duro en el rostro
y el viento huele a sodio.

Canto una canción que huye de lo humano.
Los que andan conmigo, no lo saben.

( la calma )

Él duerme a mi lado.
Respira lento como una isla.
Los dos flotamos en el océano de esta habitación.

(Es una extraña sensación esta de ser
tragados por la circunstancia)

La noche está por los cuatro costados
y en ella -diluidos- los dos.

Él duerme como un país
y yo no necesito encender la luz para verlo.
Como un país tiene una forma familiar.
Como un país se me hace necesario.Solo quiero tenderme a su lado, hacer silencio, oírlo respirar

en medio de la noche áspera.