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Camilo Gutiérrez

-1998-

Es poeta, traductor, músico y diseñador colombiano. Al crecer en Santa Rosa de Osos, Antioquia, Camilo se embarcó en un viaje de exploración lingüística a través de la literatura, que continuó durante sus estudios de Filosofía y Literatura en la Universidad de Antioquia donde hizo parte de grupos de investigación sobre literatura clásica, filosofía y literatura francesa. Ahora vive en Santa Elena, Antioquia, y su amor por el lenguaje ha florecido en medio de la naturaleza vibrante de su entorno, fomentando un profundo aprecio por los matices de la expresión literaria. Su cuento Aquel lamento impronunciable está incluido en la antología Fragmentos del alma (2022), ITA Editorial. Su poesía explora temas como el lenguaje, la animalidad y la distancia del ser consigo mismo.  Apasionado por las artes visuales actualmente es diseñador de experiencias. Forma parte del grupo de poetas elegidos mediante convocatoria, para participar en el 34° Festival Internacional de Poesía de Medellín.

 

Esta es una muestra de sus poemas:

1.

La edad nos pone
un remolino en la boca
nos pinta las palabras
con la voz de los años
con el acento del tiempo.

Los tonos que nos adornan
la pronunciación
las palabras,
cambian tanto como nosotros.

¿De dónde viene la voz?

Es como una planta
que crece dentro nuestro.

Nuestra vida es
una constante búsqueda
de nuestra propia voz
hasta perder el habla.

2.

Esa voz pudo haber sido una flor
renacerán palabras como esporas.
Bajo la tierra
                               los muertos del mundo
                               sostienen cada flor.

En cada palabra existe un suspiro 
lleno de voces perdidas que cantan.

Respirar, llenar de flores la voz del mundo
polinizar, el ejercicio de la esperanza,
flores conversan con la vida.
Desde el silencio
                               los muertos del mundo
                               cantan en cada voz.
La flor es un poema inmarcesible,
el poema es una flor impronunciable.
Voces que brotan desde cada flor
los pétalos que florecen en las palabras
nuestros corazones hechos de colibríes
beben el néctar de una palabra en agonía.
Que florezca la voz de una flor en el alma
y pinte de colores el tono de la propia voz.

3.

Conversaré con mi propia voz,
el eco de mi propia voz que responde
la palabra no dicha a veces se escucha,
mientras el alma se incendia
hay cosas que no tienen habla.
El umbral de las palabras
inaugura un decir de la vida,
lo que el lenguaje no alcanza
deviene la condición
donde la comunicación
se torna inaprehensible,
llega a donde nunca antes
había llegado.

Aquello que nunca se convierte en palabra
puede que no llegue a ser de otra manera 
o tal vez sí, sin embargo,
quizá cada palabra sea el triunfo
de todo lo que tiende a ser.
Un apéndice de una voluntad
de existencia inmarcesible.

4.

Cómo permanecer callados,
dejar intactas las palabras
que resbalaron de las bocas
y cayeron de aquellas voces
que fueron violentamente arrancadas,
de toda posibilidad
y de la expresión,
hasta de la imposibilidad.

Están esperándonos esas palabras
a que tomemos el valor
que exigen al pronunciarlas.

Quizá una vez dichas
nos las podamos devolver
y seremos perseguidos, como ellos
enemigos de los que no quieren oirlas,
porque los supera el miedo.

Y nos perseguirán,
y con alta probabilidad
tendrán éxito en la podrida empresa
de hacernos callar.
Pero como brotes en el cemento
nacen palabras en el infierno.

5.

Sentir que se ama a alguien
desde el inicio del tiempo,
como si ese amor
no fuera el que se aprende
sino el que siempre
se ha llevado dentro.

La mano silenciosa escribe
en un estruendo,
de cómo el pájaro murió
sobre ella mientras escribía.
La caricia que tiende a lo infinito,
tu mirada que dibuja
las líneas de mi mano.
De Levinas el ser que se propaga
en las infinitas imágenes
que emanan de él.