Adnan Al-Sayegh
Nació en Al-Kufa, ciudad a orillas del río Éufrates, Irak, en 1955. Es poeta, narrador y periodista. Su voz ha sido considerada como una de las más originales de la generación de poetas iraquíes de los años 80. Pertenece a la Unión de Escritores Árabes e Iraquíes, a la Unión de Periodistas Árabes e Iraquíes, a la organización internacional de periodistas y a la Unión de Escritores Suecos.
Ha publicado más de trece poemarios en árabe, entre ellos: Ella me espera bajo la estatua de la libertad, 1984; Canciones sobre el puente de Kufa, 1986; Los pájaros no aman las balas, 1986; Cielo en un casco, 1988; Espejos para su largo cabello, 1992; Nube de pegamento, 1993; Bajo un cielo extraño, 1994; Formaciones, 1996; El himno de Uruk, 1996; Un grito tan grande como un país natal, 1998; Abrazar mi exilio, 2001; Páginas de la biografía de un exiliado, 2016; Déjame decirte lo que vi (edición bilingüe inglés/árabe de grandes secciones del renombrado poema épico El himno de Uruk), 2020; Los dados del texto, 2022, y Destellos… de ti, 2024.
Su poesía se caracteriza por una intensa pasión por la libertad, el amor y la belleza. La experiencia de su forzoso alistamiento como soldado en la guerra Irán-Iraq se refleja en poemas que denuncian la devastación de las guerras y los horrores de la dictadura. Defensor de los derechos humanos, en 1993, sus críticas a la opresión y la injusticia lo llevaron al exilio en Jordania y Líbano. Tras ser condenado a muerte en Irak en 1996, a causa de la publicación de "El himno de Uruk", un largo poema de 550 páginas, en el que da voz a la profunda desesperación de la experiencia iraquí, obtuvo refugio en Suecia. Desde 2004 reside en Londres.
Incluso después de los cambios que se están produciendo en Irak, desde el 2003, Adnan leyó sus poemas en el Festival de Poesía Al-Marbed 2006 en Basora, Los poemas molestaron a la intolerante milicia religiosa armada, por lo que Al-Sayegh fue amenazado de muerte y de que le cortaran la lengua. Se vio obligado a abandonar Basora a toda prisa, y a atravesar Kuwait para regresar a su exilio en Londres.
Adnan al-Sayegh ha recibido varios premios internacionales de poesía, como: Hellman-Hammet (New York 1996), Rotterdam (1997) y el de La Asociación de los Escritores Suecos (2005). Participó en muchos festivales y eventos culturales en el mundo.
Su poesía ha sido traducida al inglés, sueco, holandés, francés, español, ruso, persa, entre otras lenguas más, fue publicado en 17 libros.
-Los poetas más bajos Videopoema del Canal YT Revista Prometeo
-Poemas Revista Prometeo # 71-72
-Poemas Revista Prometeo # 79
Esta es una muestra de sus poemas:
Candidez
Siempre que un dictador cae
Del trono de la historia, adornado con nuestras lágrimas
Mis palmas se incendian en aplauso.
Pero tan pronto retorno a casa
Y enciendo la televisión,
Otro dictador es vomitado
De las bocas de las multitudes, inflamado por pitos y vítores
...Ahogándose en risas ante mi candidez,
Mis ojos se queman de lágrimas.
Embriaguez
Se apagó
la luz del bar
pero el borracho
sigue caminando
en busca de una razón
para llevarle a su hogar.
Agujero
Un tiro pasajero
atravesó su dormir
y se desangró,
viciosa
- sobre la almohada -
la sangre de sus sueños derrotados.
Derrotas
Así nos separamos
las calles son mías
los jardines...
el vino,
el mar
el jazmín
.. y este horizonte
¿qué tienes tú?
Las estrellas son las cataratas de mis lágrimas,
sobre las páginas de la duermevela
entonces, ¿dónde trasnocharás?
Las ventanas son mías,
¿dónde soñarás?
Pues,
¿qué pierdo yo, ahora,
Si me abandonarás?
Petra
Escucho los golpes de sus picos
Que cavan la historia
Con dedos de piedra y piel
Que han salado los látigos.
Escucho,
Largos gemidos
Que me atan al ombligo de la tierra.
Rebeldía
Porque el sol
Quedó dormido hasta el mediodía
En el lecho del emperador.
La ciudad no se despertó –esta mañana-
Pero el prisionero rebelde
Sacó sus largas uñas, afiladas,
-a través de las rejas-
Y arañó su cuerpo rosado
Escupió (el sol), caliente, su sangre
Sobre el ventanillo de su celda
E iluminó el mundo.
¿Qué sucede con el sabio?
Mientras llevaba a cabo su lectura...
En la sala repleta
Allí estaban ellos
Dibujando su cadáver luego de los últimos informes de inteligencia
Y dejando los últimos resquicios de sangre
En el refrigerador familiar.
Cuando abandonó el podio
En medio de la música del aplauso
Buscó a tientas su cuello
Y nada encontró salvo un terrible vacío
Luego un tajo amplio, aún húmedo por encima de su collar
Corrió en pánico
Hacia el público...
Nadie
Tan sólo un viejo vigilante
percibió
a un loco
Que había visto- tan sólo semanas atrás-
Buscando...
Por entre las sillas
Su cabeza decapitada.