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Mary Grueso Romero

-1947-

Nació en el Corregimiento de Chuare Napi, Guapi, Cauca, Colombia, el 16 de abril de 1947. Es poeta, maestra y narradora oral y cuentista. Descendiente de esclavos, su obra es expresión de la identidad afrodescendiente. Licenciada en español y literatura de la Universidad del Quindío, es gestora cultural, especialista en lúdica y recreación para el desarrollo social y cultural. Algunas de sus obras publicadas: Cuando los ancestros llaman (Antología); El otro yo que sí soy yo; El mar y tú; Del baúl a la escuela; Negra soy; Tómame antes que la noche llegue; La muñeca negra; y La niña en el espejo, entre otros libros para niños.  Se desempeñó hace algunos años como catedrática de literatura en la Universidad del Valle, también ha ejercido su labor docente en la Universidad Libre, en la Universidad del Pacífico y en algunos colegios de Buenaventura. Actualmente reside en Cali. Algunos reconocimientos obtenidos: Primera mujer poeta consagrada del Pacífico caucano otorgado, 1997, por la Normal Nacional de Guapi; el Premio a la Mujer del Año en el Aspecto Literario, por la Universidad Santiago de Cali; Premio a la Mejor Maestra, por la Secretaría de Educación del Valle del Cauca en reconocimiento a su proyecto etnoeducativo; Título de almadre, del Museo Rayo.

-Poemas 29º FIPMed

Esta es una muestra de sus poemas:

¿Bastará un poema?

¡No sé si bastará!
Para contarles a ustedes
Qué es ser negra de verdad
Qué es ser del pacífico
Y poder disfrutar
Un atardecer de ensueños
Mirando sólo el mar.

Y de un encocado de monchillá
Un delicioso arroz con coco
Un pepiado de naidí
Un jugo de mil pesos
De esos que solo se dan aquí.

Un trago de caigamojuntos
Un vinete o arrechón
O sino de tumbacatre
Una crema de viche
Y si quiere pasarla bueno
Se tomará un curao
Para que pueda saborear
La bebida de la región.

Y no ha de faltar cuando vengas
En la gastronomía disfrutar
Un ceviche de camarón
Una playa de mi tierra
Con hombres de esta región
Que cuando te tocan
Te cimbra de placer el corazón
Un hombre de esos que el alma
Se te lleva la razón.

Que se entrecortan las palabras
Y pierdes hasta el control
Cuando te tocan sus ojos
Y empiezas a recordar
Pensarás que lo has soñado
Y que no puede ser verdad.

Que viviste las delicias que no puedes explicar
Que has visto danzar palmeras
Sobre la piel azul del mar
Es todo un paraíso de ensueño
Ese es mi litoral.

Anclada en el mar

En la boca del mar estoy anclada
Mirando en la lejanía el horizonte
Sin ruta definida de mi vida
Hui de ti
Sin mirar, donde quedaban
enterrados tus
recuerdos
tus ausencias
y tu olvido
yo digna con la frente en alto
fijé mi mirada en la distancia
para trazar desde allí
en el mar y frente a él mi destino
pero olvidé que dentro de mí
llevaba un corazón
que necesitaba además de mi barca
la rosa de los vientos
para atravesar las distancias
y dejando todo atrás
y poder anclar en la otra orilla.

Tú en mi tiempo

Te creí pasado
Pero al volverte a ver
Me di cuenta que me equivoqué
Porque te puedo conjugar
En presente
Te veo
Te amo
Te deseo
Te hablo
Te siento envuelto en mí
Como una espiral de deseo
Que me quitó el aliento
Que se me va la respiración
Pero amándote hasta el infinito
Besándote para dejar en ellos la vida
Hablándote para convencerte
Deseándote como un trago de agua en el desierto
Con esta pasión que no pregunta nada
Sólo siento
Y dejo que se desborde el caudal
Desalojando el lecho
Para correr impreciso
Por canteras de fuego
Al rojo vivo
En el paroxismo descontrolado de tu cuerpo y el mío
Que no encuentran
Ni espacio
Ni lugar en el tiempo
Sólo los brazos
Se cierran en círculo en la cintura
Abrochado con el corchete de los sentimientos
Que se creyeron muertos
Y después de esto
Cierro los ojos
Y al abrirlos
Estás allí
A punto de empezar de nuevo.

Cogí un libro
Busqué la comodidad de mi habitación
Y me dispuse a leer
Cuando la tarde fusilaba la noche
La brisa jugaba con el polvo
Formando remolinos en las calles
La lluvia como siempre
Hace su aparición
Formando ríos y charcos
En las avenidas y calles
Aumenta el calor
Y los cuerpos sudan
Y se vuelven melosos
Con el salitre
Me acomodé en el asiento
Al abrir el libro
y apareciste tu
y te miré
y apareciste tu
y te volviste letras
letras que danzaban
como tus ojos
tu sonrisa
y tu boca
y me detuve ahí
precisamente ahí
añorando tus besos
tus brazos
tu cuerpo
que nunca tuve junto al mío
y te volviste letras
mientras yo
vertía mi pasión
en las palabras.